domingo, 29 de marzo de 2015

Esto es mi cuerpo

[C. Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:
S. "No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo."
Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura
C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados:
S. "¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres."
C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:
+. "Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta."
Prometieron dinero a Judas Iscariote
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?
C. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
S. "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"
C. Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
+. "Id a la cuidad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena."
C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo
C. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús:
+. "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo."
C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Seré yo?"
C. Respondió:
+. "Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!"
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la alianza
C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
+. "Tomad, esto es mi cuerpo."
C. Cogiendo la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:
+. "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios."
Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres
C. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo:
+. Todos vais a caer, como está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas." Pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea."
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan, yo no."
C. Jesús le contestó:
+. "Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres."
C. Pero él insistía:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré."
C. Y los demás decían lo mismo.
Empezó a sentir terror y angustia
C. Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
+. "Sentaos aquí mientras voy a orar."
C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
+. "Me muero de tristeza; quedaos aquí velando."
C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
+. "¡Abba! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres."
C. Volvió y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
+. "Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil."
C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+. "Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega."
Prendedlo y conducidlo bien sujeto
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S. "Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien sujeto."
C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
S. "¡Maestro!"
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
+. "¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras."
C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto sólo en una sábana, y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumo sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él, diciendo:
S. "Nosotros le hemos oído decir: "Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres."
C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:
S. "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?..."
C. Jesús contestó:
+. "Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo."
C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo:
S. "¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?"
C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S. "Haz de profeta.
C. Y los criados le daban bofetadas.
No conozco a este hombre que decís
C. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:
S. "También tú andabas con Jesús, el Nazareno."
C. Él lo negó, diciendo:
S. "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir."
C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. "Éste es uno de ellos."
C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:
S. "Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo."
C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
S. "No conozco a ese hombre que decís."
C. Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: "Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres", y rompió a llorar.]
¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregunto:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Él respondió:
+. "Tú lo dices."
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato pregunto de nuevo:
S. "¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti."
C. Jesús no contesto más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. "¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. "¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?"
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. "¡Crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "Pues, ¿qué mal ha hecho?"
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. "¡Crucifícalo!"
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. "¡Salve, rey de los judíos!
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota y los crucificaron
C. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de "la Calavera"), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar
C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. "¡Anda!, tú que destruías el templo y lo construías en tres días sálvate a ti mismo bajando de la cruz."
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. "A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos."
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Jesús, dando un fuerte grito, expiró
C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
+. "Eloí, Eloí, lamá sabktaní."
C. Que significa:
+. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. "Mira, está llamando a Elías."
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo."
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
* Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. "Realmente este hombre era Hijo de Dios."
[C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
José rodó una piedra a la entrada del sepulcro
C. Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que tamb
ién aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra en la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.]
Marcos 14,1-15,47
Ciclo B - Domingo de Ramos
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domingo, 22 de marzo de 2015

El que quiera servirme, que me siga.

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Juan 12,20-33
Ciclo B - 5º dom Cuaresma 
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A Jesús se acercan personas de todos los tiempos, condiciones y culturas. Su vida, su palabra, sus obras y su muerte son absolutamente atractivas para quienes se preguntan por el sentido de la existencia y están abiertos a la trascendencia.
La repercusión de Jesús en la historia de la humanidad es indudable y su impacto en las vidas de millones de personas de todos los tiempos es una realidad que cuanto menos supone preguntarse cómo es esto posible.
En este relato de Juan habían unos griegos que se acercaron a Felipe pidiéndole: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Las palabras, los gestos, la forma de vida, las acciones prodigiosas, sus seguidores... todo entorno a la figura de Jesús era realmente atractivo.
Querer ver a Jesús es manifestar el deseo de conocer el misterio del hombre de Dios. También a ellos, como a tantos otros, puede hacerles bien conocerle, tenerle cerca, saber de Él.
Y una vez más en este encuentro, Jesús remite a un planteamiento diferente al de los que han viajado de lejos para mirarle con curiosidad "Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús", le hicieron saber que había extranjeros que le buscaban para conocerle. Pero la respuesta de Jesús siempre es novedad. Las palabras de Jesús van más allá de lo esperado, revolucionan las expectativas y aluden a una realidad que se encuentra en las entrañas de toda persona "Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto".
Jesús hablando de su muerte con estas palabras deja ver la grandeza de su amor por la humanidad entera. Este es el verdadero atractivo de su figura, su increible e innegable amor. Un amor que trastoca las vidas y las transforma de un modo u otro. La ley de Jesús no es una norma moral, es una forma de ser y relacionarse que cautiva a cualquier corazón que sepa lo que es amar.

¿Cómo es mi acercamiento a la figura de Jesús de Nazaret (como extranjero, como amigo, como discípulo...)?
Contemplando globalmente a Jesús ¿Qué es lo que tiene más impacto en mi vida?
¿Qué necesito que muera en mi/que nazca en mi para dar fruto?

domingo, 15 de marzo de 2015

El que realiza la verdad se acerca a la luz

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios."
Juan 3,14-21
Ciclo B - 4º dom Cuaresma
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El evangelio de Juan encierra siempre entre sus bellas imágenes y expresiones una honda sabiduría que revela una verdad interior. Dios no ha venido al mundo a condenarlo, sino a iluminarlo, a bendecirlo con su bondad y misericordia para quien quiera adentrarse en el misterio de la cruz.
La cruz es un fracaso, una locura, un triste final, una estupidez para quienes se quedan mirando únicamenete la apariencia del madero y el crucificado, es una necedad y una burla que Dios entregue a su Hijo para que experimente tanto dolor y angustia. La cruz es un sinsentido para los que han decidido de antemano, han etiquetado con racionalismos el ser de Dios y no atraviesan este acontecimiento para ver algo más allá.
Acercarse a la cruz requiere desnudez, desvestirse de prejuicios para ampliar el horizonte de nuestra razón. Acercarse a la cruz es traspasar las formas y atreverse a mirar con ojos de crucificado. Mirar, callar y comprender. La cruz es una clave para el mundo, es luz para situarse y emprender un camino con unas pautas poco convencionales.
Acercarse a la luz de la cruz supone contagiarse de claridad. Acercarse a la verdad inevitablemente nos lleva a mirar nuestra vida, nuestra historia y dejarnos interpelar. Acercarse a la luz y la verdad de Dios no dejan a nadie indiferente, más bien al contrario, transforman profundamente lo que alcanzan.

¿Qué necesito para dejarme interpelar?
¿Cual es mi miedo a la hora de acercarme a la luz de Dios?
¿Qué es urgente que Dios ilumine en mi vida?

domingo, 8 de marzo de 2015

No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre. 
Juan 2,13-25
Ciclo B - 3er dom Cuaresma
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Jesús como buen judío desarrolla una parte importante de su actividad en torno al Templo, lugar de sacrificios y oblaciones, lugar de ofrecimientos y de presencia del Dios de Israel.
La actividad que se desarrollaba en el templo era de lo más habitual y necesaria para obsequiar a Yahve. La compraventa de animales era la base de los sacrificios que se ofrecían en el templo. En cuanto al cambio de monedas era lo que permitía ofrecer dinero "puro", es decir, acuñado en el templo.
Jesús sin embargo manifiesta que esa no es la manera de dar culto a Dios. y muestra enérgicamente su desagrado ante quienes creen que todos los sacrificios serán los que justificarán la iniquidad de los hombres. Los sacrificios no son garantía de lo que a Dios le agrada y pretender comprarle con ellos es convivir con el engaño permanentemente.
Con Jesús se instaura un tiempo nuevo, se abre paso un nuevo modo de comprender lo sagrado. Ya no es necesario el templo y sus circunstancias para mediar con Dios, ya no es requerido un lugar oficial donde agradar a Dios y rendirle pleitesía.
Lo trascendente adquiere una dimensión totalmente novedosa. Cualquier lugar es digno para el encuentro con Dios, para amarle y santificarle. La creación entera es digna de ser lugar de adoración. "No vi santuario en la ciudad, pues el Señor todopoderoso y el Cordero, eran su santuario." Ap. 21.22

¿Qué tipo de "mercaderes" habitan mi corazón?
¿Qué aspectos de mi vida necesito "purificar"?
¿Cómo preparo mi interior para encontrarme con el Señor?

domingo, 1 de marzo de 2015

Escuchadlo

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos". 
Marcos 9,2-10
Ciclo B - 2º dom Cuaresma
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Jesús siempre se muestra. Se muestra sin tapujos, sin medias tintas, sin renunciar a lo más genuino de sí mismo. Jesús se muestra vinculado profundamente a Dios. De Él recibe la unción y a Él se entrega enteramente. Su vida es un continuo mostrarse y darse.
Parece que las constantes expresiones de amor de Jesús no son suficientes para que los que le acompañan tomen consciencia plena de quién es Él en verdad.
En medio de los milagros, los caminos y las palabras vivificadoras, Jesús es capaz de apasionar a los corazones, hacerlos vibrar y movilizarlos de una forma inaudita. Todos los gestos y acciones de Jesús tienen un potente impacto en los que le siguen, que les lleva a aclamarle y a apoyarle.

Pero hay algo que subyace a Él que no es reconocido porque no deja una huella evidente, porque no deja su sello si miramos sin más, sino que más bien pasa desapercibido, como confundido en medio de tanta maravilla.
Por este motivo Jesús, como en tantos otros momentos se retiró. Subió a una montaña, pero esta vez acompañado por Pedro, Santiago y Juan, y se transfiguró. Se mostró absolutamente transparente y claro. Como quien quiere ser reconocido y acogido no sólo por sus efectos, por lo que provoca en la gente, sino por su verdadera naturaleza, por lo más genuino y propio de su ser. Jesús se muestra a sus amigos de manera privada, en un terreno sagrado, vinculado a los antiguos padres y a los profetas, emparentado con el pueblo santo.
Y una vez más nos quedamos en lo accidental, en lo aparente, en lo que caduca, en lo accesorio. Nos negamos a nosotros mismos a adentrarnos en el misterio de la presencia inagotable de Dios. "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." dirá Pedro asustado.
Nos resistimos a dar un paso confiado en la oscuridad del no saber y nos negamos a abandonarnos para reconocer a Dios aquí, y hacer experiencia de que verdaderamente somos sostenidos y atendidos en nuestra pequeñez y necesidad.
Y así, en medio de nuetras dudas e inconsistencias se presenta Dios, "Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: Éste es mi Hijo amado; escuchadlo."

¿De qué manera se muestra Dios en mi camino?
¿Qué palabra me dirige Dios personalmente al decirme "escuchadle"?
¿Qué me mueve a hacer la escucha del Señor?